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Si el ghosting ya era una práctica un tanto desconsiderada hacia el que la sufre, el orbiting da un paso más y es capaz de generar, según confirman los expertos, ansiedad, depresión y confusión. Esa espera ante la expectativa de que, en cualquier momento, se pueda reanudar la relación, dado que la otra persona da señales de vida a través de las redes es la causante de estos males.
Conocer el origen de esta palabra nos ayudará a entender perfectamente su significado. Orbiting viene de la palabra española “orbitar”: moverse en una órbita. El orbeter, por su parte, es quien practica el orbiting y es esa persona que se mueve alrededor de otra haciendo notar su presencia, pero sin llegar a interrelacionarse ni tener ningún contacto significativo.
Otros especialistas apuntan que quien hace orbiting lo que pretende es mostrarse, sin llegar a estar dentro de una relación, pero dejando una puerta abierta en caso de que decidan retomarla. No obstante, podrían estar sufriendo de FOMO (fear of missing out), el temor de estar perdiéndose algo fantástico o interesante que le esté pasando al otro porque ya no están en su vida.
En el otro extremo está la persona que está sufriendo esa actitud pasota, la víctima del orbiting, que puede incluso llegar a obsesionarse con su “acechador” y analizar sus propias historias en Instagram para descubrir por qué la otra persona las ha estado observando.
Para evitar este tipo de reacciones enfermizas y de dependencia, los expertos recomiendan, directamente, bloquear a este contacto. Puede que al principio cueste, pero el fin, en este caso, sí justifica los medios.
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